El Marais d’Orx es una joya natural del suroeste de Francia que ofrece un hábitat idílico para una rica biodiversidad. Este humedal alberga una fauna fascinante que merece la pena descubrir y disfrutar. He aquí algunas de las maravillas que podrá observar durante su visita a este encantador lugar.
Los observadores de aves se deleitarán con la multitud de especies que anidan o transitan por el Marais d’Orx. Entre las más emblemáticas se encuentran la espátula blanca, reconocible por el balanceo de su cabeza cuando pesca. Las currucas cetitas, pequeños paseriformes, rara vez abandonan las zarzas. Las águilas pescadoras, con sus máscaras blancas y negras, ofrecen un llamativo espectáculo aéreo con sus vertiginosas zambullidas para capturar pequeños peces.
Observando las tranquilas aguas de la marisma desde la finca, puede tener la suerte de avistar tortugas cistude, pequeños y tímidos reptiles, de los que hay 140 ejemplares en la marisma. Los anfibios no se quedan atrás, destacando la presencia de la ágil rana, reconocible por su melodioso canto que resuena en las tardes de primavera.
Los insectos también son una parte importante de la fauna del Marais d’Orx. Las libélulas, auténticas acróbatas aéreas, despliegan sus alas irisadas sobre el agua. No se pierda la libélula escarlata de junio a septiembre. Y no olvide las mariposas, como la Gonepteryx rhamni, que se alimentan de las flores silvestres que salpican los prados húmedos.
El Marais d’Orx también alberga una flora rica y diversa, adaptada a las condiciones húmedas de este entorno natural. He aquí un resumen de las principales especies vegetales que podrá ver durante su visita.
Los cañaverales son un elemento emblemático del paisaje de la marisma. El carrizo común, con sus tallos erguidos y sus penachos plateados, forma vastas extensiones que sirven de refugio a numerosas especies animales.
No olvide mirar hacia arriba para ver los sauces y alisos, árboles típicos de los humedales cuyas ramas inclinadas acarician la superficie del agua. Sus raíces anudadas y sus troncos retorcidos atestiguan su adaptación a este entorno particular.
El Marais d’Orx ofrece un auténtico festival de formas, colores y texturas vegetales, que cambian con las estaciones y crean paisajes siempre nuevos.